¿Cómo podemos cambiar este curso natural del envejecimiento degenerativo?

Implica alinearnos con las leyes naturales de la salud holística, el cuerpo, la mente y el espíritu. Esto permite que la fuerza vital nos transmute. Esta fuerza vital es la energía de Dios. Es el alimento supremo y la meditación es el proceso supremo. En el yoga se le conoce como prana, en la nueva era se le conoce como energía cósmica, en el cristianismo se le conoce como la gracia de Dios. La verdad subyacente frente a estas tres prácticas es el amor incondicional.

Todo don bueno y perfecto desciende de lo alto y desciende del Padre de las Luces. La energía de los dioses resucita nuestra vida; aporta nuevo vigor y restaura el cuerpo. Dios es luz y energía. Dos elementos que guardan la misma clave y son necesarios para el crecimiento y protección de todos los seres vivos. Sabemos que podemos absorber las coloridas luces y la energía de Dios, razón por la cual la meditación es tan valiosa. Sabemos que las plantas también absorben luz y energía y crean flores coloridas debido a la energía y los colores naturales de la luz, la fuerza vital de Dios. No hay errores en la Creación. Los aceites esenciales contienen la energía de la luz, electrolitos y los colores son metabolitos que son fuertes antioxidantes. El papel de los metabolitos de las plantas, los antioxidantes, en la función básica de la vida es la división celular y el nuevo crecimiento, la respiración, la reproducción y el almacenamiento. Los antioxidantes revierten los efectos dañinos de los radicales libres. Los electrolitos de los aceites esenciales transfieren los antioxidantes a los niveles celulares de nuestro sistema mediante inhalación y a la piel para aplicación tópica. Los antioxidantes neutralizan los radicales libres. Las moléculas antioxidantes pueden perder radicales libres sin formar reacciones en cadena. Los antioxidantes reaccionan fácilmente con el oxígeno y protegen a las demás células vecinas. Apaga los radicales libres y promueve células sanas.